jueves, 11 de febrero de 2010

NO seré patóloga

Porque donde me dicen que hay una tiroiditis linfocitaria de Hashimoto, yo directamente veo a Hashimoto peinado con un tupé y llevando un pollo. Ésa, y otras manifestaciones de imaginación hiperplásica similares.


En serio. Estaba emocionadísima la semana pasada cuando empezamos la rotación (triste rotación, por cierto; por el Servicio de Anatomía Patológica hemos pisado un día). Entre esa masa rosa y llena de puntos, ¡sí!, ¡podías darte cuenta de que había un tumor, o una cicatriz! Además hemos tenido la suerte de estrenar un escáner de preparaciones, con lo que no hace falta dejarse los ojos en el microscopio, sino que moviendo la ruedecilla del ratón te plantas en 40x en un plís.


Pero tanta célula me aburre.

Y que ciertos patólogos se crean los reyes del mundo, menosprecien a sus compañeros ("los destrozos que hacen los cirujanos maxilofaciales..."), y crean que los estudiantes sólo empollan histología y marcadores tumorales ("¡Porras!, ¡estáis más verdes que la hierba en primavera!"; sí, un señor con cincuenta años puede llegar a ser así de cursi/pedante-), me hierve la sangre.

Así que no. La Anatomía Patológica no se hizo para mí.

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